martes, 10 de abril de 2018

EL FRENTE DE ARAGÓN

El frente en 1936

Me enamoré de Aragón cuando tenia diecisiete años y compartí mi pasión con amigos muy queridos, fué un amor a primera vista ignorando " el alma " que latía bajo su bello rostro.
Durante años he admirado y caminado por sus montañas sin otras paradas que disfrutar del paisaje y buscar setas con poco oficio,  explorar cuevas y simas como si quisiera encontrar el infierno. Sin embargo las brasas del averno estuvieron siempre en mi camino, ennegrecidas por el paso del tiempo, silenciosas por el dolor de sus habitantes. No sufrió Aragón en el 36, fueron los aragoneses.
Esta vez, los narcisos de la posición estrecho quinto recriminaron mi retraso y las casas de Puibolea al pie del Gratal me gritaron que ya era hora. El tiempo pasa aprisa y va enterrando con el polvo los cuerpos y la memoria. En Aragón no se habla de la guerra me dice un paisano, para seguidamente darme su relato.

Quizá una de las casas más antiguas de Puibolea

Este viaje, como muchos desde hace ya bastantes años tiene otra visión, otro interés, más alla de las flores, las montañas, las cuevas o el románico; escucho como debí no haber parado de escuchar en aquel mi primer viaje de 1967 en el que acompañado de mi amigo Pepe y amalgamados por el indisoluble vinculo que forja la montaña, escuche cantar a una joven madre aragonesa que tendía su ropa blanca:
            " Que bonita que estarás cuando yo te vuelva a ver..."
Cerca de sus faldas un pequeño masticaba de un enorme pedazo de tocino blanco y que alternaba con mordiscos a un pedazo de pan redondo que llevaba en la otra mano. Estàbamos cerca Torla y por aquella época solo se podía llegar en coche correo.
Torla me pareció entonces lejana y aislada. Todo ahora me parece cercano.
Mi padre en su juventud andaba como tantos aragoneses, catalanes y valencianos por aquellas tierras de Huesca, pero lo que sorprende es que en aquellos años de 1936 Aragón era el centro del mundo. Canadienses, australianos, ingleses, americanos, italianos y alemanes, caminaban jugandose la vida entre las orquídeas y los jacintos que ahora observo en primavera.

Iglesia de Puibolea

Puibolea nos recibe silencioso, los vecinos están tranquilos en sus casas y no hay nadie por la calle.
Una vecina sale a tirar la basura, es más joven que yo, y por eso casi con verguenza ( han pasado 82 años ) le hago saber que me inquieta. Me sorprende su respuesta :
  --Se retiraron por aquí, atravesando esa loma dirigiendose a Nueno.
Me recorre un escalofrío. Amable me indica un camino forestal entre carrasacas por donde puedo llevar una " derrota" similar. Que palabra más ambivalente.
Caminamos por el pueblo antes de alejarnos. Descubrimos más historia entre sus piedras pero es de otro contexto.

Posición Santa Quiteria

La hoya de Huesca  tiene otro significado cuando se contempla desde el bunquer de la posición Santa Quiteria.
Justo debajo Tardienta, hacia el norte Almudevar, Huesca al noreste, Ayerbe al noroeste.
Desde los mallos  hasta el salto de Roldán todo es observable, todo identificable con la óptica de unos buenos prismáticos.
Tengo suerte, no estamos solos frente al silencio del paisaje y de las piedras. El rótulo explicativo està destruido y no se puede leer nada. Llegan Paco y su esposa que con paciencia dan respuesta a mi avalancha de preguntas.
La lluvia ha llenado un círculo en el terreno, no me llama la atención, pero mi interlocutor me lo explica:
--Aquí estaba dispuesta una ametralladora antiaérea.
 Aragón después de tantos años se me muestra distinto.

Reconstrucción del frente y las batallas ( Centro de Robres)

Robres es el centro de interpretación y referencia de estos lugares reconstruidos, recordados que hemos venido a visitar. Al día siguiente Robres y sus vecinos me seguiran sorprendiendo, aun lejos en el tiempo y en la distancia. El día es gris, como por encargo, frío y desapacible.
La ruta Orwel nos recibe con barro y viento .
Los bunquers sin hierro, en la postguerra hacía tanta falta que no quedó ni uno con mallazo o vigas. Quedó hambre, silencio y dolor. Mucha misa y exaltación patriótica.
No han faltado historias para el poco tiempo que ha durado nuestra visita.
Aragón somo tu y yo
un mismo latir el pecho
dice muy bien la letra de la música de la Ronda de Boltaña. Un placer escucharla de nuevo. Si teneis unos minutos vale la pena.


Soñad lo que aún seremos.

La tarde nos despide con un cielo rojo que anuncia lluvia, sin embargo me parece un bello paisaje y me detengo a fotografiarlo.
El horizonte no tiene significado, somos nosotros los que interpretamos, pero al final de la jornada me siento superado por la sombra del drama.
Ya nunca más podré viajar hacía Barbastro ignorando el frente de Aragón.