No hay nada como un paseo para probar las fuerzas y las consecuencias de la marcha, al tiempo que admiro las bellezas de ésta sierra húmeda en otoño.
Próxima, accesible y acogedora.
El camino que un poco más arriba de Marines viejo se abre hacia el despoblado de la Olla de Olocau, es entretenido y asciende lentamente desde el Paleozoico hasta el Triásico.
Así mientras andas, sueñas con viajes al pasado, imaginas un tiempo tan lejano como presente están sus huellas.
Arenas convertidas en piedras.
Un aljibe que todavía cumple su misión.
Un efímero presente que se adorna y desaparece.
Caminar para admirar, antes de volver, de manera paradójica al presente, transitando por un pasado remoto.
Diferentes puntos de encuentro, distintas miradas al pasado y al presente que me acompañan para reconstruir de nuevo el entrenamiento, para seguir, para moverme...
Al caminar intento percibir la huella del tiempo, estático pero no por ello mudo que nos habla a gritos sin que alcancemos a entender nada más que algún rescoldo de su significado.
La piedra nos murmura en un lenguaje críptico, la condición del ahora labrado por nuestra historia.
Enlace: A cel Obert
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu comentario está pendiente de moderación.