viernes, 17 de mayo de 2013

PERDERSE EN LA CALDERONA

La cumbre del Gorgo en el centro de la imagen.
Todos sabemos que es imposible perderse en la Calderona.
Abandonarse, vagar entre sus sinuosos promontorios y sus angosturas es sin embargo perderse.

Perdidos de lo cotidiano, de aquello que nos ocupa el pensamiento, caminar por las sendas y vericuetos entre flores y pinos durante cinco horas, es sin duda estar perdidos en esta sierra con nombre de mujer.

Para hígado, vías biliares, riñón, piel...recomienda el escrito grabado en el azulejo de la fuente.
La colonia de Marines Viejo nos acoge con el silencio de la tarde y la bella soledad de sus calles, la temperatura es agradable y el cielo nublado parece querer premiar con lluvia nuestra marcha.
El ya bastante conocido  mesón Sierra Calderona.
Sin pretenderlo es una marcha conmemorativa de un 20 de mayo.

Ascendemos despacio por la senda que comienza en la parte alta de Marines, entre las matas floridas que la dibujan sobre el rodeno rojo y el agradable olor que desprenden al agitarlas con nuestro caminar.
El verde intenso es indicador de que a la vegetación le ha sentado muy bien la lluvia, al tiempo que un cielo cubierto de nubes protege del calor nuestra ascensión que de otro modo sería un tanto penosa.
En el camino nos detenemos unos instantes para aquí para admirar una flor, más adelante observar una escolopendra de considerable tamaño que se esconde de nuestra vista y en otro momento fotografiar un refugio de rodeno disimulado en la vegetación.
No tenemos prisa y comentamos por turnos nuestras sensaciones.
Ascendemos casi sin notar el esfuerzo, mientras relatamos nuestras vivencias de antaño ya muy elaboradas por años de reproducirlas.
En la cumbre del Gorgo admiramos el paisaje que se extiende a mucha distancia y en una vista de 360 grados debido a nuestra privilegiada atalaya.
Me gusta fotografiar estos pequeños éxitos que nos hacen tan felices, compartir estos sencillos disfrutes ha sido y es una parte importante de la vida.

Descendemos buscando un camino que nos conduzca de regreso al vehículo estacionado en la plaza adoquinada del pueblo donde hemos partido.
Finalmente nos dirigimos a Gátova, esta anocheciendo y las sendas y caminos se confunden con el paisaje.
Gátova al atardecer
Caminamos con paso ligero y hacemos unas llamadas para disculpar nuestra retraso.

Bastan unas horas de andar por la Calderona para descubrir que lo que consideramos imposible, es solo una de las soluciones de lo improbable, como perderse y resucitar, aunque solo sea en el mundo mágico de la subjetividad.
Plaza de la iglesia de Marines viejo.

Hoy  me he perdido y resucitado en esta Calderona mágica.

En el futuro hay que pensar:  ¡Los imposibles suceden!... en entornos y circunstancias improbables.
Sobre el cantueso
mariposas moradas
¡magica tarde!

Amparo me obsequia este Haiku...para que no falte poesía.

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