miércoles, 22 de mayo de 2013
LA LIEBRE
No es la primera vez que me pasa. Los conejos y liebres deben haber aumentado su numero y no me resulta extraño ver un lagomorfo quieto como una estatua que de repente cobra vida y corre asustado delante de mi.
Hoy la carrera de la liebre era diferente, saliendo de una zona espesa de sotobosque ha cruzado mi camino, zigzagueando en una desesperada huida.
Unos segundos después he comprendido que luchaba por su vida, cuando dos perros de considerable tamaño salían de los matojos en persecución del orejilargo animal.
Los he seguido unos instantes hasta que han desaparecido de nuevo entre los árboles.
Casi siempre hay algo en el bosque que me sorprende y si de regreso no he sido capaz de observarlo se que mi visión ha estado ensimismada.
Las flores en mayo han cambiado y predominan los amarillos con algunas flores azules.
La genista es la reina de este mes y alegra el paisaje allí donde se encuentra.
Troto y camino en secuencia alterna mientras pienso en la angustiosa situación de la liebre.
Suelo recorrer un camino circular y de regreso vuelvo a cruzarme con la liebre que huye despavorida, aunque esta vez no hay rastro de los perros.
Otros corredores y ciclistas se cruzan conmigo, también caminantes con sus canes.
La liebre no entiende nuestra afición deportiva y después de la persecución sufrida, es lógico que no sienta curiosidad por estos humanos y sus acompañantes que sin sentido para ella se trasladan arriba y abajo por las sendas y caminos entre los árboles y matojos.
Esta noche en su madriguera se sentirá a salvo de tanto peligro y mañana cuando amanezca se alegrará de ver amanecer un nuevo día.
Finalizando mi recorrido una ardilla me observa desde el borde del camino, ve como avanzo trotando hacia donde ella se encuentra, evalúa mis movimientos y se desplaza unos metros, de nuevo se para y me observa, ya muy cerca busca la protección de un árbol, asciende un metro y allí se detiene de nuevo, observa como la rebaso y me alejo.
Los animales son prudentes y ponen tierra por medio ante un potencial enemigo. Les va la vida en ello.
Pienso que a su manera conocen el ¡CARPE DIEM!
Miro el cielo con unas nubes que parecen alejarse y un pájaro que vuela. Me gusta atrapar ese momento consciente y pienso ¡CARPE DIEM!.
Los humanos también tenemos galgos y podencos que amenazan nuestras vidas y un día sin avisar nos salen en la espesura.
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