Esta pequeña piedra del camino ha resultado ser el rastro de un Amonite |
Visitamos el Azud de Tuejar buscando reencontrar la memoria del pasado.
No encuentro lo que busco porque apenas reconozco nada del paisaje que transito.
Una pareja que viaja en una furgoneta, se detiene junto a nosotros:
¿Falta mucho para las pinturas rupestres? - nos pregunta.
Lamento no poder ayudarles porque desconocemos la distancia que hemos recorrido andando y la que nos queda por recorrer.
No pasa mucho tiempo cuando una señal nos indica que hemos llegado a " Los corrales de silla", lugar de las mencionadas pinturas rupestres
Cartel explicativo de las pinturas rupestres. |
El visitante no está tan protegido, en un descuido puede darse un buen tortazo. |
Mi imaginación me lleva a un tiempo hace entre 8000 y 12000 años, en que grandes mamíferos transitaban por el cauce del río aprovechando sus frescas aguas y la vegetación de su riberas.
En estos abrigos ( Hay varios ) nuestros antepasados aguardaban seguramente su paso para proveerse de nutrientes y utensilios.
Desde el abrigo, contemplo el paisaje. El río proporcionaría agua y presas. |
Miro hacia el cauce para fantasear sobre unos ojos que como los míos escrutarían el paisaje, para detectar el más mínimo movimiento. Tal vez por las noches aquellos pintores ancestrales pintarían sus figuras iluminados por el fuego en la oscuridad de la noche.
Chimenea rota, escombros, paredes pintadas...minorías descerebradas y excusas de los mantenedores. |
Más adelante, un refugio contemporáneo, derruido y sucio, también tiene pinturas en sus paredes.
Hablan estas de la cultura de algunos de sus visitantes y del desprecio de los gestores.
No duraran 10.000 años su mensajes, ni conviene que lo hagan.
Resignado me fotografío en la puerta del abandono.
Al lado de la pista. |
Me pregunto por el presupuesto de los refugios y zonas de acampada en los años de bonanza. Esto no es flor de un día.
Delante de mi aparece muy pronto la sempiterna solución, tan fácil, tan inútil como poco educativa.
NO |
Las flores con su baile bajo la brisa me devuelven al paisaje, les agradezco su guiño fotografiando su belleza.
Un mayo de lluvias generosas ha salpicado de color el tapiz verde. Es la visión del blanco y amarillo de sus pétalos, la que acaricia suavemente y atenúa la frustración que me produce el triste estado en que se encuentra el refugio.
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