El sol, elevándose poco a poco sobre el horizonte desde el solsticio de invierno, hace que por estas fechas comience a notar que la luz de la tarde dura un poco más y aprovecho para caminar.
Los árboles respiran silencio. Sin brisa las espículas permanecen inmóviles, mientras una urraca surca el aire y la sigo con la mirada en un intento por fotografiarla.
Me doy cuenta que con mi vestimenta rojo semáforo soy como un faro en medio de la reverdecida arboleda a causa de las ultimas lluvias.
Desisto.
De espesura en espesura y de claro en claro, intento extraviarme en este bosquecillo mediterráneo que tanto me acompaña. Tarea imposible, así que opto por caminar con el sol a mi derecha mientras voy reconociendo los lugares y más tarde dejar el sol a mis espaldas, para volver con el poniente por la izquierda.
Es ya la hora en que los perros sacan a pasear a los hombres y los primeros ladridos lejanos anuncian su presencia entre los pinos.
Los animales no saben nada de bendiciones pero hoy, algunos de ellos habrán sido rociados con agua con el jolgorio de sus amos en la festividad de "San Antonio".
A mi como a muchos, nos espera " El correfocs", la gran hoguera y la cena comunitaria a base de habichuelas con cerdo que el ayuntamiento patrocina a cuantos se acerquen a pedirlas.
Me encantan las fiestas populares y el sentimiento cívico y de participación que se da en estos eventos.
Todo el mundo parece más dispuesto a compartir y a comunicarse.
Los bomberos vigilan que el fuego este contenido para que la fiesta se contenga en fiesta. Este año no hace mucho frío, pero aún así se agradece el calor que nos llega de la hoguera.
Los chiquillos juegan, los mayores hacemos fotos y todo el mundo se lo pasa bien en esta fiesta de origen incierto.
Por casualidad estos días me ha llegado información de un yacimiento arqueológico con monumentales piedras llenas de bajorrelieves de figuras de animales.
¿Un templo? ¿Un cementerio?...En todo caso un testimonio del hombre de las sociedades cazadoras-recolectoras mucho antes de ciudades como Çatalhöyük.
En Göbekli Tepe los animales ya eran de alguna manera bendecidos por el hombre 12000 años BP.
Quizá "Antoni el del porquet" andaba ya por allí con su arco persiguiendo jabalís en cuya tarea se daba mucha maña.
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