Mientras paseo por el bosque que me proporciona tanto asueto observando las distintas manifestaciones primaverales, intento diferenciar entre las formas de vida latentes y las que toman carrerilla durante estos días para lucir todo su esplendor a sus cortejadores.
Nosotros los humanos, contribuimos a su perpetuación en una coevolución un tanto extraña.
Los vivos colores de las flores, los olores que desprenden y hasta su forma, son como carteles luminosos para los insectos que les anuncian comida y/o sexo y para algunos se convierten en su tumba.
Los humanos usamos sus perfumes con los mismos fines, ( aprovechando todas las cualidades que el trabajo evolutivo ha procurado a estos seres que nos acompañan ) y aún más.
Antropomorfizamos todo cuanto nos rodea de un modo curioso.
Kira y Duke reposan sus restos bajo una cruz. Como una tumba de pionero en el lejano oeste. Kira femenina ella, esta velada en su reposo por un conejito de peluche mientras que Duke es austero en su entierro. Solo conserva su collar, regalo de su amo, más allá de la muerte.
Me intento imaginar la situación, cuando unos niños llorosos vinculados afectivamente con sus mascotas, deciden hacerles los honores y conservar el recuerdo tras su muerte. Pero lo que me llama la atención cuando me alejo, es el sentido poético del entierro que sin duda está extractado de "Mediterráneo".
Los enterradores han procurado que ambos, Kira y Duke , se perpetúen de manera poética en una transmutación material y su esencia más allá de la podredumbre y aprovechamiento de los seres minúsculos del bosque se convierta en pino que perdure.
Al menos los perros pueden "Dar verde a los pinos" en un ambiente intimo y familiar, sin que las familias desembolsen un importante dispendio para sufragar "La última actuación".
Descansen en paz.
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