miércoles, 9 de mayo de 2018

ENFERMERAS, ALBERT Y EL CAMBIO.


Resulta que con cuarenta y cinco años largos de ejercicio profesional en hospitales y después de haberme jubilado, me alegra comprobar día a día que aquellas enfermeras  que otrora fueron mis compañeras de trabajo, mantienen una actitud que por nombrarla, llamaria de superación de dificultades, con un entusiasmo inquebrantable.

También otras compañeras de otras profesiones : Celadoras, mecánicos, cocineras, pinches, administrativas, psicólogas, asistentes sociales, informáticos, médicos, abordan la cotidianidad para contrarrestar los cambios negativos que se han venido sucediendo en el sistema público de salud.

La "Resistencia al cambio" es una especie de mantra que cualquier cursillo que se precie tiene que abordar cuando requiere que su personal se adapte a nuevas circunstancias. Siempre llega tarde y cuando esos cambios ya se han producido, és la mayoria de las veces una compresa caliente y que suele consistir en engrasar neumáticos o poner palos en las ruedas. En ocasiones las dos cosas a la vez.

Han sido tantos años de escuchar argumentos en favor de cambios que no lo eran y discursos resistentes frente al sentido común, que su descripción seria motivo para un ensayo.

" Todo fluye, nada permanece" dicen que dijo Heràclito de Éfeso. Una obviedad cuando miramos el entorno o simplemente nos contemplamos en el espejo.

Lo que no deja de sorprenderme  és que aquellos que constantemente vocean que van a cambiar, dentro y fuera de sus formaciones políticas, son conjuntos esclerosados en origen que solo intentatn permanecer en sillas, sillones, cargos y púlpitos;  más allá de un paradigma Numantino.

El ejemplo que me motiva para escribir estás lineas és el que me ha procurado Albert Rivera. Ese día me hicieron " palmas las orejas".

                   " Somos los hombres los que tenemos que liderar los cambios "

Cuando se refería ante su público enfervorizado a las transformaciones sociales que exigen de manera clamorosa las mujeres.

A este hombre le falta un cursillo de "no resistencia al cambio" y como no, tres años de prácticas en cualquier servicio de urgencias de un hospital de la red pública, en una gran capital, bajo la tutela de una firme supervisora.

Menudo cambio les propone Albert a las mujeres. ¡ Anda ya !

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