domingo, 17 de diciembre de 2017

REBALSADORES. UN BELÉN DE 20 AÑOS.


Sigue sin llover lo que hace falta, por eso me sorprende que empezando a subir la senda de Serra al punto geodésico de Rebalsadores, lo primero que nos encontramos es una balsa con aguas limpias. Prohibido bañarse, ordena el cartel pintado en la pared. La verdad, hoy aunque luce un sol espléndido en medio de un cielo azúl sin una nube, no pienso desobedecer.
La senda asciende con pendiente y tenemos que poner la velocidad de tren cremallera, pasito a pasito para no sentir el latido en las orejas, no es fácil de conseguir.


La pendiente no cede y nosotros tampoco, aprovecho que alcanzamos a los retrasados de un grupo para hacer notar que subir sube. Luego ya no los volveremos a ver. 
Nos cruzamos con runners que bajan y otros que después de alcanzarnos desaparecen de nuestra vista ligeros como plumas, solo zapatillas, pantalón corto, camiseta y una gorra. Tambien mucha juventud y un cinturon con agua. A comer a casa.
A nosotros no, nos gusta saborear el rato que le dedicamos a la comida y jugar, sobre todo jugar, como en los viejos tiempos, mapa, brújula, altímetro, gps, papel, lápiz, goma, cuaderno, pinturas...




Llegar al collado ya tiene su premio, el golfo de Valencia, Espadán, El humo de Cofrentes, La mola de Segart. Podemos mirar un rato, no pasa nada, hay tiempo, todo el tiempo que uno quiera darle.
El ultimo empujón para llegar al monolito de cemento que ya vemos al final de la última pendiente, una buena pendiente.
Al llegar, una sorpresa. ¿ quién ha montado un belén ? Podíamos  haber subido ayer y con la misma sorpresa nos hubiesemos quedado sin la respuesta, pero hoy sus constructores y mantenedores han subido a cuidarlo, de los desperfectos que los vientos.

Son Julia y Victor que hace ya veinte años se impusieron esta tarea. A muchos de mis amigos les gustará conocer esta iniciativa y por eso comento la anécdota. Yo belennero no soy, ya lo sabeis, pero me gustan las cosas espontáneas y sinceras. Hablamos un rato con Julia y Victor, que nos recomiendan nuevas excursiones. Eso es otro regalo.
Desde allí un llaneo y al mirador.

Llega el momento del ágape. Tambien un matrimonio que comparte los lujos del local, nos hace una foto para que podais ver lo exquisito del lugar. Piedra auténtica en la mesa y grandes vistas.


Ahora ya es todo bajada y a lo lejos territorio conocido.

Me maravilla ver por todos los lados los muros de piedra seca que antaño aislaron bancales con tanto esfuerzo, para arañar a las piedras una vid, un almendro o una garrofera. Cuanto trabajo.

 Dos pinos larguiruchos nos despiden hasta la próxima y en el barranco las primeras flores de brezo me hacen un guiño para que las fotografie.
Volver, volver, volver a tus brazos otra vez...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu comentario está pendiente de moderación.