domingo, 3 de diciembre de 2017

UNA TARDE SERENA


Los días ventosos, fríos y cortos no son agradables si tienes que salir por obligación, es un fastidio.
La cosa cambia si miras como se agitan los arboles tras unos cristales dobles, el ambiente es cálido y tienes uno o varios libros que agitan el rabo para que los leas.

Si me decidiera a escribir una novela comenzaría así:
"Solo la luz de una tenue lámpara con pantalla traslúcida iluminaba la estancia y el olor a pino quemado invadia la atmósfera. Tras la ventana, como si se tratara de un remake de la zarza ardiendo de Moisés, las llamas parecian flotar sobre el naranjo que los cristales dejaban ver afuera, indistinguible el color de sus frutos durante las primeras horas del crepúsculo.
En silencio, una mujer que ya pasaba el segundo lustro depués de cumplir los sesenta, sentada en un cómodo sofá reclinable, contemplaba hipnotizada el baile flamígero que se refresentaba frente a ella en la chimenea rústica.
A su lado un hombre de la misma edad, pelo y barba canosos, permanecía inmovil y silencioso con la misma actitud contemplativa.
- ¿ Sabes cuanta gente ha muerto en el último atentado de Somalia ? -- preguntó de manera retórica a su acompañante---512 personas--- añadió sin esperar respuesta.
Un asentimiento pesaroso se manifestó en el rostro del hombre, los dos quedaron de nuevo callados frente al fuego.
Era otoño y la tarde ya oscura del domingo era tranquila y silenciosa.
Todo había empezado por la mañana cuando el día luminoso permitía ver a lo lejos las montañas después de una semana de viento huracanado."


En algún momento que no recuerdo, los días de otoño me comenzaron a parecer preciosos, ni siquiera dejé que ningún sonido mancillara el silencio que los envolvia. Me volví temeroso de algarabías, sobre todo aquellas odiosas tardes de domingo en las que alguien con aspecto muy atento, entre científico estudioso y de iniciado entusiasmado,  quería hacerme partícipe del " carrusel deportivo". Ahora que han pasado los años ya no culpo de mi ànimo murrioso, a la solitaria bombilla que iluminaba tristemente el patio del colegio, ni tampoco al par de longanizas con tomate, tan finas como lápices, que nos daban de cenar en el internado. Era sin duda el contínuo sobresalto que me producía el grito del locutor, pero que me importaba un carajo, del gol en el Molinón.


¡Mira! Miro. Oreja de Lobo, me dice Amparo. Mientras caminamos vamos recordando las plantas que conocemos, nos las han presentado a casi todas, sobre todo en esta sierra en que tantos bailes nos hemos echado, pero recordar sus nombre es otra cosa y menos sus apellidos, por eso vamos complementado entre los dos "el nombrar las cosas", para no olvidar. ¿ Verbascum ? Si, ¿pero que verbascum? En casa lo veremos, aquí no hay cobertura, ni falta que nos hace.
Seguimos nuestro caminar...Pinus halepensis, zarzaparrilla... ¡Que alegria! ¿ Te acuerdas cuando bebiamos zarza?...anda que con esta planta tan común y extendida, solo me acuerdo del otro que no hay, el terebrinto que es parecido pero... ¡Lentisco!, és Lentisco. ¡ Joder que mal !


Llegamos a la fuente y en ella el anhelado bocadillo. Entre bocado y bocado, silencio. A nuestro alrededor palmitos enormes que me recuerdan un exámen de casi hace veinte años. Hasta que no llegué a casa no pude recordar el maldito nombre de aquella planta que había estudiado mil veces y visto todos los días de mi vida : Chamaerops humilis. Pensé que la odiaría siempre. El tiempo todo lo transforma, aquella fustración se ha convertido hoy en admiración por su belleza y ¡ como aguanta el tio las condiciones de nuestra sequia !
También hay Carrascas, y un roble sin hojas pero que deja su nombre en la hoja caída a pesar de ser un orgulloso marcescente. La sequía está siendo muy dura.
Amparo me llama otra vez, ¡ Mira ! Miro de nuevo.


Precioso, en la cabecera de la umbría, un Mirto con bayas aún inmaduras nos da una grata sorpresa.
La fuente no parece manar, pero su pequeño pocillo interior conserva agua y la humedad del subsuelo mantiene esta vegetación extraordinaria en sus alrededores.
El sol va señalando el oeste en estos días del año y cuando marcha tan bajo hacía poniente nos recuerda que hará frío y estaremos más calentitos en casa junto al fuego. Hay cosas que son capaces de ponernos tristes aún en las tardes serenas.
El odio se agita y extiende por el mundo, como la noche, 512 inocentes han muerto para que no olvidemos que existe.



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