Recordaba haber encontrado y quizá fotografiado una Ophrys speculum en el entorno en que suelo moverme para entrenar.
En el lugar, abundan las ophrys fusca (según pienso) pero desde entonces no he vuelto a ver la preciosa orquídea abeja.
Con esa excusa, he movido el culo de la silla y he vagabundeado una vez más por el bosque.
Hoy un buen numero de excursionistas, corredores, ciclistas, jinetes y paseadores de perros me acompañaban.
Algunas hormigas desplegaban una gran actividad, en tanto que otras permanecían al resguardo de las piedras, como temerosas del frío.
De vez en cuando, me detengo para observar también alguna flor y llevarme su imagen.
Como queriendo conservar su esencia...
Pero separadas del contexto, sin su fragancia, sin el viento que las agita, el sol que las ilumina y los cantos de los pájaros como banda sonora, pierden su poder embriagador.
De repente me doy cuenta que han pasado dos horas y que tengo que volver.
Quería trotar, así que aprovecho la lejanía del coche para volver a paso ligero. Menos de veinte minutos y regreso a la civilización.
Una bella representación teatral, tomando como referencia la relación epistolar entre Asa Gray y Charles Darwin.
Una magnífica interpretación de la relación humana con el trasfondo de la ciencia como excusa. Me alegro de que me invitaran a verla, a mi, se me hubiera pasado y hubiese sido una pena.
Si pueden vayan.
Y también seguiré a Carlos Soria en su expedición al Kanchenjunga
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