Sombras de otoño |
Al mismo tiempo evidencian nuestra presencia o quizá no. Las sombras de muñecos de cartón serían las mismas.
A fuerza de vivir acabamos siendo sombras de lo que fuimos. Luego ni eso. El recuerdo no hace sombras ni perfila contornos.
Contemplar nuestras figuras sin embargo nos llena de vida, nos permite posar la mirada sobre nosotros mismos, con un ademán.
Las siluetas tienen su lenguaje, su mensaje.
Continuamos el paseo. Un obsequio. Una duda que resolver.
El otoño es parco en sorpresas. La vida se esconde para sobrevivir un año más.
Encuentro el bosque cada vez más silencioso y sin embargo cuando las urracas se avisan de nuestra presencia lo llenan de graznidos.
De nuevo nuestros ojos aceptan otro regalo. Una flor. Una pequeña planta codiciada por su perfume.
A mediados de diciembre, en el bosque, las sombras envían mensajes y la vida surge del suelo con los colores, con los aromas.
También sugieren recuerdos y meditaciones.
El otoño en la arboleda evoca el final de la vida pero también su principio.
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