viernes, 5 de febrero de 2016

TAN POCO TIEMPO QUE ME PARECE NADA


Un relámpago. Después la vida. Así puede servir como alegoría del comienzo de todo. Tan rápido y luminoso que no podemos recordarlo.
Y en algún momento nos sentimos, estamos aquí , con voluntad, con proyectos con ilusiones.
Muchos deseos diferidos, para cuando podamos, para luego, para ese porvenir que imaginamos.
Y mientras tanto vivimos sueños que no habíamos sido capaces de imaginar pero que suceden.


Suplimos la ignorancia con deseo, las carencias con ilusión.
Que suerte tuvimos de tener sonrisas.
Sonrisas y pan para compartir. Y un poco de mezcla si, no nos fue mal.
El exceso corregido por la sensatez, la mucha  moderación catapultada por la desbordada ilusión.
Tan bello ha sido  que hemos creído que sería eterno.


Y muchos amigos, más de los que caben en un cuento. Y tanta aventura, que nos sobraba porque podíamos crearla.
Como en los muros de Troya mi mente fabricaba héroes a cada instante y Toni era una de ellos. Tan noble como Patroclo. Y Carlos, aquel Aquiles de nuestra epopeya. Si, fue su gloria, mucho más que de guerras llenas de fango ensangrentado con el que luego se esculpen túmulos gloriosos.


Y nos hicimos viejos, para que mentir. Pero después de tantos años seguimos amigos y conocemos nuestros valores y nuestras flaquezas y con ellas vivimos.
En un corto espacio de tiempo llegó el sonido del trueno de aquel rayo ya olvidado.
Y lloramos, ya lo creo que lloramos. Por el dolor, por la tristeza.
Por nuestro amigo Toni.

Pero hoy, con los labios apretados y conteniendo las lágrimas. Queremos recordarlo.
En su firmeza, en su alegría, en su bondad y en su imagen.

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