De joven tuve un laboratorio de fotografia en blanco y negro, nada sofisticado.
Una reveladora de carretes (que me regalo mi mujer y que gracias a su habilidad para intrigarme ha sido el regalo que más he deseado conocer en mi vida), una ampliadora, cubetas , liquidos de positivar, pinzas, prensa de esmaltado...todo ello en una habitación debidamente sellada y con sus luces rojas...Un sueño.
Nunca tuve la disposición economica para dar el salto al laboratorio de color.
También me resistí durante mucho tiempo a las cámaras digitales.
Ahora cuando salgo a pasear con la pequeña Nikon en el bolsillo para fotografiar alguna imagen que sirva para el blog, recuerdo con nostalgia aquellos tiempos.
Cualquier ordenador de hoy dispone de programas para fotografia, sin liquidos y completamente limpio, de una sofisticación para el retoque y la impresión de fotografías en papel asombrosa, sin olvidar la enorme capacidad de archivo y distribución de copias. Inimaginable no hace demasiados años.
Sin embargo aquella romantica habitación no podrá ser sustituida por nada y formara parte de mis melancólicas pérdidas.
Así que hoy mientras trotaba, y trataba de imaginar que fotografia ilustraria el post y así reflejar el maravilloso sol que calentaba mi piel, he viajado en el tiempo y he entrado en aquel "cuarto oscuro" de tan bellos recuerdos.
Han sido solo 33 minutos en que apenas he sentido que corría, mientras el sol con un calor muy tenue compensaba el dia frio que comenzaba.
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